Una expectativa grande en aplicativos especializados

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Edición Número 84

Hemos estado durante mucho tiempo convencidos de que las aplicaciones que se utilizan para todo el mundo son las que necesitamos y las que queremos como personas con discapacidad visual.

Tal vez, inconscientemente, rechazamos esas aplicaciones que son especializadas sin necesidad de serlo, ya que nos dejan solos y segregados.

Hoy ya no existen casi aplicaciones especializadas, salvo las que se requieren para efectos de eliminar las barreras que la discapacidad nos impone, que son altamente útiles, ya que resuelven temas fundamentales a la hora de trabajar, estudiar o incluso recrearnos.

No me referiré a nombres específicos, pero sí a tipos de aplicaciones, dentro de las cuales siempre destacaré la primera que me dejó “descrestado” (entre comillas).

Me refiero al OCR (Reconocimiento Óptico de Caracteres), utilizado por personas ciegas frecuentemente y que brinda gran utilidad, que en principio me dejó de esta forma dado que nos permitía hacer algo que históricamente no podíamos hacer, la lectura de libros impresos en tinta.

Otro tipo de aplicaciones, similar en funcionalidad al anterior pero ya no para reconocer textos de libros, sino para reconocer imágenes y videos, ya lo tenemos no solo en aplicaciones individuales, sino dentro de otros aplicativos como los de redes sociales para apoyar a personas ciegas en tan usual actividad.

El último tipo de aplicaciones que referiré tiene que ver con una necesidad que considero muy sentida por las personas con discapacidad visual, que aún no he tenido la oportunidad de ver resuelta, que sí la conocí alguna vez originada por una empresa norteamericana, que un día desapareció y que no dejó ni rastro de su gran invento.

Se trata del OBR, mecanismo de Reconocimiento Óptico de Braille, que con mucho éxito esta empresa tenía, incluso reconociendo simultáneamente, por ambas caras de una hoja braille impresa, todo el texto con gran perfección.

Recuerdo, eso sí, que este software en su momento, a mediados de la primera década del siglo que transcurre, tenía un costo superior al del lector de pantalla comercial, que por esta época era bastante alto en el medio.

He quedado con muchas expectativas sobre este tipo de aplicativos especializados desde hace mucho tiempo, lo he propuesto a estudiantes de ingeniería, pero definitivamente el proyecto no es tan sencillo, pero sí muy útil, más para nuestros docentes, que, teniendo estudiantes con discapacidad visual, no han apropiado este sistema de lecto escritura que es muy potente y por demás, bastante sencillo.

A ver si algún día podemos tener esta gran solución o por qué no, conocerla si alguno de los lectores de INCIDigital la conoce para que nos la haga saber y poderla difundir en todo lo amplio y extenso de nuestra geografía para beneficio de muchos.

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Fotografía, Santiago Rodríguez

Por: Santiago Rodríguez
Grupo de Accesibilidad del INCI