Los protagonistas de una concordia musical entre el colegio y yo.

Promoción 89, aniversario 36 hotel Meliá 2025, ex alumnos posan para la foto mientras los docentes están sentados en primer plano

Era el mes de abril de 1979 y yo iniciaba mis estudios escolares primarios en el colegio Concordia Universal, ubicado en el distrito de La Perla, en la Provincia Constitucional del Callao, Lima, Perú. Era un momento muy emotivo, no solo para mis padres, sino también para mi familia tanto paterna como materna, ya que se trataba de mi ingreso a un. colegio considerado bastante importante dentro del rango de instituciones privadas que funcionaban en el Callao.

A decir verdad, yo llegaba con la firme ilusión de conocer a niños y niñas a quienes les gustara la música tanto como a mí, para así poder hacer un intercambio de cultura musical.

Obviamente, también llegaba muy advertido por mi querida madre, quien, de manera muy enérgica, me había recalcado que debía comportarme adecuadamente y que al colegio se iba a desarrollar una cultura académica. Esa advertencia estaba relacionada con que debía olvidarme de la música y ponerle muchas ganas al estudio y a la disciplina.

Lamentablemente, para los intereses de mis padres, eso no se cumpliría a cabalidad. Muchos de ustedes deben estar esperando que mi relato, en esta oportunidad, tenga que ver con el rock and roll, pero debo reconocer que la cultura musical en mi colegio era muy variada. Así que encontrarán una gran diversidad en los gustos musicales de mis compañeros a lo largo de los once años de tránsito escolar.

Mi etapa escolar comenzó con sobresaltos, especialmente por un episodio que ya conté en una crónica anterior: regresé solo a casa el primer día de clases sin esperar a nadie, solo para escuchar el long play de Dire Straits. El enojo de mi madre no fue por el disco en sí, sino por la travesura. Desde entonces, iría solo al colegio… cantando algunas canciones mientras caminaba rumbo a clases.

fachada  del colegio CEP Concordia Universal, el edificio  es de color blanco y azul, en el frente se ve sobre un fondo azul el logo del colegio y el nombre en color amarillo

Mis primeras profesoras fueron Miss Rosa y Miss Greta, pero fue una maestra de otra sección quien captó mi atención: durante los recreos escuchaba música en su aula. Un día me acerqué y descubrí que tenía un tocadiscos del tamaño de una maleta pequeña. Era una señora de voz dulce y trato amable, que al verme me sonrió y me preguntó si me gustaba la música. “¡Por supuesto!”, respondí sin dudar.

La simpática maestra se llamaba Julia y era profesora de la otra sección, donde estudiaban varios de mis amigos con quienes compartía los recreos. Una tarde, viendo El Chavo del 8, me sorprendió una escena donde don Ramón y el profesor Jirafales enseñaban a tocar guitarra y ambos personajes terminaban cantando la misma canción. Al día siguiente, se lo conté a la profesora Julia, y ella me explicó que esa canción se llamaba Quiero ver, compuesta por un músico mexicano muy antiguo, y que incluso había sido grabada alrededor de 1923. Para mi sorpresa, ella tenía ese tema entre sus discos. Así fue como comencé a conocer los boleros mexicanos.

En otro capítulo de El Chavo del 8, don Ramón se molestaba porque lo interrumpían antes de cantar una canción, y solo alcanzaba a decir el título: Los ejes de mi carreta. Al día siguiente le pregunté a la profesora Julia, y ella me dijo que esa canción era de Atahualpa Yupanqui. Gracias a esta encantadora maestra comencé a interesarme por el folclore argentino y uruguayo, y con el tiempo, ese interés me llevó a descubrir la música trova.

Aunque perdí contacto con ella tras salir del colegio, reconozco que fue una influencia clave en mi formación musical. En otro año de la primaria recuerdo a dos niños cantando el clásico Pedro Navaja de Rubén Blades, y lo hacían de una manera que me atraía mucho. Golpeando sutilmente y con ritmo la carpeta, cantaban la canción en un tono muy sabroso, como dos soneros infantiles. Debo agradecerles a estos dos chiquillos, porque gracias a su gracia nació mi gusto por la música del maestro Blades. Esos niños eran mis amigos: el Chato Suito y el Cabezón Vargas Merino.

En un recreo, Adalberto Lamas, coordinador de inglés y fan del Rock and Pop, se sentó a mi lado con un reproductor de cassette. Me prestó sus auriculares y descubrí “School” de Supertramp. Desde entonces, esa canción siempre me hace viajar en el tiempo y recordar los recreos en el colegio. Cuando escucho la versión en concierto con la introducción de armónica, ese sonido me recuerda al timbre del colegio. Luego, Adalberto se mudaría a vivir a Australia, pero me dejaría no solo el gusto por el idioma extranjero, sino también por muchos clásicos del Rock and Pop en inglés.

En 1984, la profesora de inglés Pilar Asmat nos hizo aprender el clásico “Footloose” de Kenny Loggins, que fue la primera canción que aprendí de memoria y que siempre cantaba en mis ratos libres. Ese año terminé la primaria y quiero dedicar unas líneas a los integrantes del grupo Menudo de mi salón, quienes bailaron y cantaron en mi cumpleaños número 12, en ese inolvidable sexto de primaria.No podría terminar de hablar de ese año sin mencionar la fabulosa interpretación de mi amigo Iván Horna, quien hacía una representación que quedó en la memoria de todos: el clásico “Don Diablo” de Miguel Bosé. Cuando nos reuníamos en secundaria, bailábamos esa canción para fastidiar a los maestros, exagerando las bromas y las burlas. ¡Jajaja! En 1985 ingresé a la secundaria y me sorprendió ver que muchos compañeros eran mayores y más grandes que yo. Al inicio me sentí intimidado, pero con el tiempo superé mis temores, hice nuevos amigos y compartimos grandes anécdotas. Siempre recuerdo a mi gran amigo Luis Oshita junto a Leonardo Álvarez, más conocido como Yoyo, porque ambos golpeaban las carpetas imitando el sonido del cajón peruano mientras interpretaban una canción muy popular por aquellos años: el clásico Dímelo, dímelo del músico peruano Miki González.

frente a un mapa de suramerica que está en un gran muro, está un gran grupo de alumnos y docentes

Ese año fue inolvidable porque me tocó bailar en la actuación del Día de la Madre, en mayo, junto a mis compañeros Oshita y Fernández. Interpretamos la canción Body Work del grupo Hot Streak al ritmo de break dance, que por entonces seguía muy de moda.

Déjenme decirles que ese número artístico fue una sensación aquella tarde en el colegio. En ese mismo año conocí a un personaje amante del heavy metal: Nelson Espinosa, más conocido como el Gordo Nelson. Fue la primera persona a quien vi usar una camiseta de Metallica, y no cualquiera: era del álbum debut "Kill 'Em All". Siempre cargaba cassettes con música poderosa, y cuando mostraba interés, me lanzaba una mirada de desprecio, como pensando: “Este niño fresa no va a entender esta música”. Luego me decía: “¿A ti te gusta esta música? ¿Estás seguro?”. Yo respondía sin dudar: “¡Por supuesto! Pero préstame tu cassette”. Al final, el gran Nelson siempre terminaba prestándome su material.

Mi amigo Luis Oshita me incentivó a escuchar bandas como Mötley Crüe, The Police y otras bandas metaleras. Gracias a él conocí el clásico Sweet Child O’ Mine de Guns N' Roses. Cuando lo visitaba, en vez de estudiar, nos dedicábamos a escuchar música, creando recuerdos que aún hoy me acompañan con mucho cariño.

Mi amigo Giovanni Panixia, amante de la buena salsa, fue quien me hizo descubrir al hermano de Rubén Blades, Roberto Blades. Nos sentábamos cerca y cantábamos juntos dos de sus canciones que son mis favoritas: El Artista Famoso y Detalles. Sin duda, esos momentos marcaron mis contrastes musicales.No puedo terminar de hablar del 1985 sin mencionar a Pedro Luperdi, quien durante toda la secundaria cantó siempre la romántica y pegajosa Solo pienso en ti en la versión de Guillermo Dávila. Su constante participación en las actuaciones del colegio durante cinco años fue todo un mérito, y muchos aún lo recuerdan más a él que al propio cantante.

En 1986, con el Mundial y la victoria de Argentina, conocí a Rudy Lizarbe, el chico new wave. Con él escuchábamos Depeche Mode, y él cantaba muy bien Beds Are Burning de Midnight Oil. Ese año el rock en español se puso muy de moda, y gracias a Rudy pude escuchar dos cassettes que me prestó: uno de El Tri de México y otro de la banda GIT.

logo del colegio CEP Concordia Universal, el logo es de color azul con dos símbolos de color amarillo

Una mención honrosa para el siempre simpático Juan Alberto Castellano, conocido por sus ocurrencias, como cantar El Cangrejo de Arena Hash mientras subía las escaleras bailando sin importar las burlas de los compañeros.

Tampoco puedo dejar de mencionar el clásico Moscú, que bailaban unas chicas muy lindas, entre ellas mi gran amiga Viviana Villafuerte, y hay que ser sinceros, todos los chicos quedaban embobados por cómo bailaban estas chicas y, obviamente, por sus lindos vestuarios.

Uno de los bailes más memorables fue el protagonizado por el tercero C de secundaria, al ritmo de Las Chicas del Can cantando Dame, dame fuego, después de que prendieran fuego a algunas carpetas en las clases de matemáticas del recordado profesor Pauca. Fue todo un concierto de merengue, al cual nos unimos los del otro salón, aunque la sanción al final de aquella danza tribal fue muy enérgica. Fue una anécdota inolvidable.

Aquel año tuve la suerte de visitar la casa de mi amiga Emma Carrero para realizar algunas tareas escolares, cosa que yo no le daba mucha importancia, pero debo reconocer —y capaz que ahora va a descubrir algo que quizás ignoraba— que a mí me encantaba ir a su casa porque su hermano mayor tenía una colección de vinilos bastante buena, la cual yo disfrutaba mucho escuchar. Con el paso de los años, Emma me contaría que alguien de su familia —posiblemente su hermano— conocía o era amigo del gran Carlos Guerrero, vocalista de la banda We All Together, un grupo emblemático del rock peruano. Emma, que por aquel entonces debe haber sido la única chica que, si bien la colección no era suya, conocía perfectamente las canciones, los grupos y se notaba que le gustaba el Rock and Pop en inglés. Tenía una gentileza impresionante, porque cada vez que yo llegaba, ponía los discos sin que se lo pidiera. Gracias a ella, tuve el gusto de escuchar varios vinilos que un muchacho de mi edad no podía tener en su poder tan fácilmente.Aquel año, en una de esas actividades de relajo que organizaban en el colegio, dos compañeras salieron a cantar: Milagros Agurto y la siempre carismática Adriana Castellano. Ambas interpretaron el clásico "Nothing's Gonna Change My Love for You" de Glenn Medeiros. Aunque Adriana no destacó demasiado, siempre recuerdo que Milagros sorprendió a más de uno con su energía y notable interpretación. 

Pero una de esas grandes interpretaciones que siempre recuerdo fue la de una compañera cantando Eternal Flame del grupo The Bangles. Siempre me llamaba la atención porque la interpretaba sentada en su carpeta, y si no me equivoco —y pido disculpas si me estoy confundiendo— alguna vez pude verla muy emocionada, incluso soltando algunas lágrimas. Esa compañera era mi querida amiga Roxana Alfaro. Quisiera destacar esta interpretación porque Roxana era realmente fabulosa cantándola, tanto así que, cada vez que escucho esa canción, no puedo evitar recordarla a ella y su emotiva versión.

Así mismo, quiero mencionar a mi ex vecina y compañera Adela López, quien en el verano del 89 participó en un concurso radial de una emisora muy conocida en mi país. Su participación recibió grandes elogios del reconocido conductor Coco Valderrama, quien destacó su bella voz y su emotiva interpretación del clásico "Lost in Your Eyes" de Debbie Gibson. Justo ese día yo estaba escuchando la radio junto a mi madre, y ambos nos sentimos muy orgullosos de su fabulosa presentación.

Ya en el último año de secundaria, cómo olvidar a mi gran amigo Dito Garaicoa golpeando las carpetas como si fuera el baterista de U2, interpretando el clásico "Sunday Bloody Sunday". Llevaba una camiseta atada en la cabeza, simulando una pañoleta, mientras nosotros hacíamos los coros con entusiasmo. Ese momento fue realmente espectacular… aunque, claro, nos costó un castigo ejemplar por parte del profesor de Instrucción Pre-Militar.

La verdad es que el último año de secundaria fue, para mí, solo un trámite. Lo único que quería era terminar esa etapa y empezar una nueva vida. Por eso, cada vez que se acercaba el timbre de salida en los últimos meses del año, lo único que hacía era cantar mentalmente "Every Rose Has Its Thorn" de Poison, repitiéndola una y otra vez en mi cabeza… hasta que por fin sonaba la campana.Esa canción, además, la asocio con una linda compañera del colegio, a quien recuerdo con mucho cariño. Por respeto, no mencionaré su nombre, pero cada vez que escucho ese tema, inevitablemente me transporta a esos últimos días, en los que ella fue una presencia especial y silenciosa en ese año. Debo hacer una mención muy especial al gran Arturo Jiménez, profesor de la banda de guerra del colegio, quien fue clave en las fiestas organizadas por la institución: cumpleaños, bingos, fiestas de promoción y otros eventos. Arturo siempre llegaba con su increíble repertorio, haciendo vibrar a todos con la música del momento y los clásicos de siempre, desde Queen, Technotronic, The B-52’s, hasta Indochine. Su selección musical y energía creaban una atmósfera única que todos recordamos con cariño.

usando un traje de color negro el doc rock

Para mi sorpresa, varios compañeros se han dedicado a la música. Mi amiga Catherine Montalva ha seguido el camino del canto, grabando sus propias producciones. También destaco a Michelle Peña, percusionista en orquestas de salsa; a Enzo Nulli, tecladista en bandas del postbanco peruano; y al gran Rudy Lizarbe, quien lidera una banda de punk rock.

Quiero dedicar estas líneas a mis entrañables amigos y profesores del colegio, con quienes me reencontré hace unos días en una fiesta que estuvo realmente a todo dar… ¡y de donde también salí a todo dar! Jajaja.

A mi querido colegio Concordia Universal, que el pasado 20 de septiembre celebró con orgullo sus 70 años de creación, y a toda la gran familia que forma parte de esta histórica casa de estudios, gracias por seguir manteniendo vivo su espíritu.

Se los agradece con mucho cariño,

 

Braulio, su amigo de siempre: El Doc.

 

Doc Rock

Braulio Mogollón "El Doc Rock"
Musicólogo y Disc jockey INCIRadio

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