
La estructura de la ciudad se define, entre otras cosas, según las interacciones sociales que son dadas entre la población. Estas divisiones se dan de acuerdo con los roles de género, la asignación de funciones, tareas y comportamientos sociales que son impuestos. Ello corresponde a las vivencias que experimentan los seres humanos dentro de sus formas de habitar.
Por lo tanto, existen diferencias entre los géneros que toman lugar en la vida cotidiana. La asignación de trabajo es más favorable para los hombres que para las mujeres. También, las mujeres son estigmatizadas y categorizadas al no continuar con el patrón de señora y ama de casa, establecido por la sociedad. En el caso de las mujeres con discapacidad visual, estos factores inciden con mayor fuerza al percibir su entorno.
En la ciudad se evidencia una desigualdad social que permanece latente para las mujeres. De modo que las mujeres ciegas o con baja visión sufren una doble violencia (por ser mujer y por la discapacidad visual): a través de la movilidad cotidiana se encuentran, en su mayoría, expuestas a abusos físicos y mentales, esto debido a que en repetidas ocasiones -al pedir ayuda a un tercero para cruzar la calle o subirse a un transporte público-, se topan con personas que les comentan situaciones obscenas o que buscan aprovecharse del apoyo solicitado.
Son relaciones de poder que dejan entrever dificultades de accesibilidad a espacios en los que las mujeres con discapacidad visual se sientan cómodas, generando desarraigos con su entorno por cuestiones de seguridad y miedo al transitar estos lugares.
Por ello, en el tercer capítulo de Ciudad al Tacto las mujeres se toman los micrófonos, en compañía de Diana Bolívar y Diana Parra el diálogo abordará las formas de habitar desde la perspectiva de género, acercando a la ciudadanía a conocer cómo las mujeres con discapacidad visual se relacionan en y con la ciudad de Bogotá.
Invitan,
Susana Orozco y Jhoana Urquijo