Clave para permitir el acceso universal a la información

Son ya 12 años desde que el Decreto 1151 de 2008 orientó, por primera vez en la normatividad colombiana, para que se hiciera con obligatoriedad la publicación de contenidos digitales con accesibilidad. Hoy surge para reimpulso de ello, una Resolución de la misma instancia que originó la norma inicial, el entonces Programa Gobierno en Línea del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, hoy Gobierno Digital, que a través de la Resolución 1519 del 24 de agosto de 2020, ya en la puerta del horno y lista para salir con toda la fuerza, manifiesta con distintas palabras lo mismo que en aquel entonces, cumplir con accesibilidad por garantía de derecho de acceso a la información para todos.
Ahora bien, en las más recientes semanas, se reimpulsa en todo el mundo el mismo tema en el marco del Día Internacional del Derecho al Acceso Universal a la Información, que desde las Naciones Unidas dirige la conmemoración a los tiempos de coyuntura en los que vivimos.
Es verdad que las crisis no se planean y casi siempre nos toman desprevenidos, pero si generamos una línea, política, filosofía o plan para que las crisis no nos cojan tan mal ubicados, las cosas serían muy distintas.
Es claro que el acceso a la información digital se vino con toda la obligatoriedad, con necesidad y premura, pero en ello las actividades planeadas con cumplimiento de la normatividad como el primer Decreto y los subsiguientes que insistieron en la obligatoriedad de incorporar accesibilidad, hubiesen sido la forma de planear que los servicios virtuales, la información, las alertas y todo lo virtual, fueran sin excepción para todas las personas en la coyuntura.
Pero no ha sido así. En la humilde opinión de este servidor público, los avances nos muestran que estamos aún en unos niveles muy bajos de cumplimiento con la accesibilidad.
Lo cierto es que no es hora de llorar, es hora de seguir impulsando la carreta, entre todos y del mismo lado. ¡Es lo mejor!
En principio, la clave fundamental de este tema es comprender que no se trata de pensar en una discapacidad en particular, ni en pruebas por usuarios que no pueden probar lo que investigadores y estudiosos de los criterios de accesibilidad internacionales ya probaron y aprobaron, que no se trata de entregar unas poquitas cosas mediante unas barras de herramientas que solo aumentan la letra, cambian el contraste de color y en ocasiones hablan los contenidos, aspectos que las personas con discapacidad, por solo mencionar uno de los grupos afectados, ya tienen instalados y al llegar al sitio web ya los han activado. No, de eso no se trata.
El asunto tiene que ver con aplicar a todos los contenidos digitales los estándares internacionales de accesibilidad de la W3C (World Wide Web) para accesibilidad, en todos los criterios de nivel A más todos los de AA (doble A). De esta manera, se logra acceso para las grandes mayorías, independientemente de su discapacidad, las deficiencias tecnológicas o los ambientes no apropiados para acceso a la información.
Pensemos solamente en uno de los casos recurrentes de nuestro medio, una pareja con discapacidad, donde uno de ellos es persona ciega y el otro con baja visión. Imaginemos la forma de hacer los pagos de los servicios, solicitar un mercado o participar de una clase virtual por estos días. Simplemente, la falta de accesibilidad de los contenidos, no los deja.
Es dramático de verdad. Muchos tenemos la fortuna de aprovechar el refinamiento que los procesos virtuales de pago y compra han tenido últimamente, pero son pocos los que de verdad piensan en casos como estos, que simplemente dejan a no pocos usuarios, fuera del alcance de actividades comunes y corrientes, generándose una dependencia casi que absoluta de otros, y eso sin contar si se tienen los recursos para hacer los pagos virtuales o un computador con conectividad para hacerlo.
Esta clave, contemplar TODOS (en mayúsculas) los criterios de accesibilidad de nivel A, más todos los AA (doble A), es el secreto para no pensar en esta pareja, sino simultáneamente en quienes pudieron haber quedado desde ya hace mucho más de 12 años, por fuera del acceso a la información.
Además, falta mencionar los ajustes razonables que, para personas con discapacidad auditiva, deban implementarse simultáneamente con el resto de criterios, para permitirles acceso a los contenidos principales, mientras el bilingüismo inunda total y absolutamente a esta población que con todo el potencial (dicho con la mayor fraternidad y aprecio), les permita acceder a TODOS (de nuevo en mayúsculas) los contenidos que la virtualidad tiene para ellos.