No veo y tampoco oigo...

Personas con discapacidad visual en grupo
Numero edicion
Edición Número 68

"No veo y tampoco oigo, pero soy feliz", le escuché decir a mi esposa antes de ser novios. Esa declaración sigue haciendo eco en mí y me ha servido para entender que lo verdaderamente importante en la vida es ser feliz por encina de las circunstancias.

Me enoja oír a quienes dicen que las personas ciegas y sordociegas son enfermas y suelo contestar que sí, pero cuando les da gripa. Claro que se enferman, como nos enfermamos todos los seres humanos. Pero es claro que la ceguera o la sordoceguera no son enfermedades, son condiciones, que aunque impliquen una deficiencia física, no alteran la salud ni el bienestar general.

Me enamoré y me casé con Pilar porque a su lado soy feliz y me siento completo; aunque no me pueda ver y no me pueda oír bien, es una mujer a la que no le falta nada. Confío plenamente en su visión del mundo y me dejo guiar por ella cuando no veo con claridad las cosas que debemos hacer.

Le escribo en la palma de la mano y ese se ha vuelto nuestro íntimo y secreto sistema de comunicación. Soy el único esposo que puede hablar con su esposa por debajo de la mesa sin que nadie lo note y eso la hace única. Hasta el día de hoy no hemos encontrado nada que no podamos hacer, ella con sus talentos y habilidades y yo con mis ojos y mis oídos que ven y oyen por ella. 

Pily es una saludable y excepcional esposa, madre y ama de casa. Y el secreto de su éxito ha sido haber aprendido que la felicidad no se encuentra dándose uno gusto a sí mismo, sino en reconocer quién es uno y poner todo lo que se tiene al servicio de los demás. Porque en la medida en que valoremos lo que somos y lo que tenemos, veamos o no, oigamos o no, podemos ser útiles, porque como lo dijo Lord Baden Powell hace más de un siglo, “la verdadera felicidad se encuentra en hacer felices a los demás”.

Pero tengo claro que, una enfermedad o un descuido sí pueden llevar a la ceguera y que lo humanamente deseable es poder ver y oír sin limitaciones. Pero también estoy totalmente convencido de que cuando se tiene una discapacidad irreversible, lo mejor es dejar de pensar en lo que no se tiene, reconocer todo lo que se tiene y con ello... ser feliz.

 

Fotografía, Enrique Efraín King

Autor:
Enrique Efraín King
Coordinador Centro Cultural INCI

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