Los retos de un peatón ciego

Movilizarme dentro de la ciudad, es como estar dentro de una película de las que tanto me gustan, mis desplazamientos están llenos de aventuras, historias de drama, suspenso, acción y comedia, con muchas anécdotas que contar, pero siendo sincero la película me la disfruto, el caminar no.
No es una tarea sencilla salir todos los días de mi casa para dirigirme al trabajo, estudio o cualquier otro lugar, requiero valentía y fortaleza para enfrentarme a una sociedad que aún no se encuentra adaptada para una persona con discapacidad visual.
La estructura y diseño de la ciudad no son tan confiables, es cierto que durante los últimos años se han implementado las baldosas pododáctiles y se ha incursionado en garantizar una urbe accesible para todos, pero siento que hasta ahora son los primeros pasos.
En muchas ocasiones siento temor al caminar, no se si por la guía por la cual me dirijo me valla a topar con un poste, una señal de tránsito,
un árbol, una moto mal parqueada, un puesto de ventas ambulantes, vitrinas, avisos, publicidad y, en fin, varios obstáculos más, baldosas en muy mal estado con las que si voy rápido me tropiezo o si esta lloviendo me mojo, aunque eso les pasa a todas las personas, eso sin contar que si me toca desviarme del camino y desplazarme por el ciclorruta, corro el riesgo de que me atropellen.
Aceptar los golpes y caídas es parte de la rutina diaria, hasta de cierta manera me he acostumbrado, incluso mientras escribo este artículo tengo secuelas de un golpe en la nariz, al final pienso y digo, bueno otra historia más para contar.
En mi concepto, el transporte público es más amigable, las aplicaciones me permiten planear mis rutas de desplazamiento, saber en tiempo real donde estoy y el asistente de vos de los buses también me sirve como guía, todo esto me transmite confianza y seguridad. Sin embargo, lucho con la indiferencia de las personas y del sistema, me han ignorado,
me empujan, se me llevan el bastón y en una oportunidad me lo dañaron, la verdad cuando me suceden estás cosas, respiro, me rio y sigo adelante con mi camino.
Quiero cerrar este escrito destacando la cultura ciudadana que existe dentro de esta metrópolis, por que parecería que todo es malo, pero no es así.
En mis pasos y en mi andar me he encontrado con personas llenas de gentileza y amabilidad, que me han ofrecido su hombro para orientarme cuando me pierdo, para cruzar una calle, ubicarme dentro de una estación y que me han llevado a mi lugar de destino.
Esa actitud y ese espíritu deservicio, me permite soñar y tener la esperanza, de que, en algunos años, logremos tener una ciudad mucho más accesible y amigable, en la que todos salgamos a caminar libremente y con tranquilidad.