Leer con todos los sentidos: una herencia de la antigüedad

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Edición Número 57

Cuando pensamos en leer, acude a nuestra cabeza la idea de utilizar los ojos para descifrar la serie de caracteres que se encuentran dibujados sobre una página. Estos caracteres, plasmados con tinta y ordenados en líneas y columnas, desprenden un olor, pueden sentirse con los dedos si intentamos diferenciar el papel escrito del que se encuentra en blanco y nos proponen una organización del espacio que va de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo.

Pero estas sensaciones derivadas de los textos impresos no implican necesariamente el ejercicio de leer. Constituyen exactamente una forma estética de aproximarse a los libros, sin que esta manera de actuar represente el acceso a la información en sí.

Pero existen y han existido muchas otras maneras de preservar la información, donde otros sentidos diferentes a la vista juegan un papel mucho más determinante que el deleite que pueda generarnos oler la tinta fresca en una página impresa o la delicia que produce tocar las diversas texturas que poseen distintas clases de papel. 

Los Incas, por ejemplo, conservaban en los Qipus cuerdas en las que practicaban múltiples nudos, un sistema de contabilidad por medio del cual los delegados del reino ordenaban sus cuentas y realizaban cálculos. Más que con los ojos, los recaudadores de impuestos del imperio Inca leían con los dedos sus contabilidades. 

De igual modo, las tablillas de arcilla utilizadas desde el año 4.000 antes de Cristo en Sumeria contienen caracteres en relieve que pueden descifrarse no solo con la vista, sino que también pueden ser tocados para comprenderse a través de los dedos, como también ocurría con  los jeroglíficos egipcios y las letras incorporadas en monumentos y monedas de Roma. Otro caso interesante lo representan los tejidos de canastos de los indígenas Sicuane de la Orinoquía colombiana, que contienen información astronómica que sirve para guiarse en la inmensidad de los llanos orientales.

Estos textos tallados en la piedra, la arcilla, el metal o en pergaminos, así como los tejidos, están emparentados estrechamente con la tarea que el hijo de un talabartero francés, que trabajaba para el ejército de Napoleón, labró inicialmente sobre trozos de cuero. Me refiero a Luis Braille; de él se cuenta que pudo haber encontrado la inspiración para proponer una escritura basada en puntos perforados en la hoja de papel, en los agujeros que se abren en correas, sillas de montar, prendas de vestir y arneses.

Antes de la época en que Luis concibiera el Braille tal como lo conocemos hoy, el capitán Charles Barbier, integrante del ejército de Napoleón, había creado un sistema de puntos para transmitir instrucciones a los soldados para que estos las descifraran a través del tacto y con ello evitaran encender luces que delataran su posición ante las tropas enemigas. Se cree que este sistema táctil le rebeló a Luis Braille que es más fácil percibir un punto con los dedos que una línea y con este principio propuso su sistema que reemplazó al sugerido por Valentín Hawaii, que consistía en representar las letras en bajo relieve talladas sobre hojas de papel gruesas.

También las formas de lectura pensadas para ser oídas a través de diversos formatos tienen un antecedente antiguo: Era común en la Edad Media que una persona leyera en voz alta y otras se reunieran a su alrededor para escuchar el contenido de los libros, especialmente cuando estos se encontraban escritos en las lenguas vernáculas o que el acceso a las obras clásicas sucediera por medio de los montajes teatrales, tal como se daba en la antigua Grecia.

Resulta maravilloso constatar que hoy las personas con discapacidad visual emplean los recursos propuestos por sociedades antiguas para acceder a la información, apoyándose en las tecnologías más recientes. Por supuesto, también  ocurre que estos formatos pueden ser utilizados por cualquier persona y, en consecuencia, leer con todos los sentidos representa una posibilidad que democratiza la información y les permites a las personas con discapacidad visual consultar contenidos en formatos muy similares a los empleados por quienes leen usando el sentido de la vista.
 

Jorge Colmenares
Autor:
Jorge Colmenares
Profesional Especializado
Instituto Nacional para Ciegos - INCI