La movilidad con un ángel de cuatro patas
A vísperas de cumplir 13 años de ser usuaria de perro guía, siento que nos queda mucho camino por recorrer.
Pero también pienso en la bendición que ha sido para mí tener una perrita como guía. En el 2005, por medio de la fundación para el perro guía Vishnu del Cypres, fui beneficiaria de recibir a mi primer lazarillo Celia y gracias a ella volví a ser independiente, aunque no es tan sencillo en ocasiones.
El tener un lazarillo canino facilita la movilidad en una ciudad tan caótica como Bogotá, no solamente por la cantidad de obstáculos que a diario las personas ciegas nos encontramos, como los carros o las motos en las aceras, la basura o los vendedores ambulantes que muchas veces no se dan cuenta de que están justo sobre la línea podotáctil, sino también por las barreras actitudinales y los imaginarios que aún persisten en la sociedad y que muchas veces en ciertos lugares o medios de transporte no nos permiten el ingreso.
El desconocimiento sobre el tema de los perros guías aún es de un porcentaje muy alto con respecto al beneficio que podemos tener todas las personas ciegas.
Mi actual compañera guía es Asahi, una Golden retriever. Ella es la encargada de ayudarme a movilizar con seguridad, a evitar que caiga en alguna alcantarilla destapada o de chocarme con algún vehículo mal ubicado, de indicarme si llegamos a una esquina o si de pronto se encuentra frente a mí una escalera, de ayudarme a subir o bajar del complicado y siempre congestionado Transmilenio.
Es necesario seguir haciendo incidencia frente al tema tabú de los perros de asistencia, que muchos aún no aceptan ni conocen, para que la sociedad entienda, acepte y respete la importancia de estos canes para las personas que tenemos discapacidad visual.
Autor:
Luisa Moreno
Biblioteca INCI
Instituto Nacional para Ciegos - INCI