Igualdad como principio incluyente

La experiencia indeleble de contribuir desde la formación del Derecho a la comunidad en general y en especial a las personas con discapacidad visual en el INCI soslaya dos emociones diferentes. Por un lado, la satisfacción de llevar la teoría a la práctica y, por otro lado, la gratificación de prestar un servicio social sin costo para las personas que no disponen de los recursos económicos para acceder a una consulta o proceso jurídico.
El esfuerzo conjunto que ha hecho la Universidad Libre y el Instituto Nacional para Ciegos - INCI de abrir este espacio para las personas con discapacidad visual y sus familiares es una oportunidad que permite contextualizar las necesidades de una población invisibilizada por el entorno social que la rodea y que reclama un reconocimiento incesante de garantías mínimas para el acceso a igual número de oportunidades.
Este reconocimiento de derechos que son requeridos no es más que un llamado de atención al entorno social que los invisibiliza y los considera como diferentes, y es el error más común del que dispone el ser humano en cuanto a su trato se refiere.
Desde el primer momento en que se ingresa al INCI se brinda una orientación más que necesaria, indispensable para contextualizar los principales errores léxicos y prestezas al actuar, ya sea por acción u omisión que suele incurrir el entorno social frente a la población con discapacidad visual. Ejemplo de ello resulta el emplear calificativos despectivos para dirigirse a ella, como el ser incapaz, invidente o vulnerable.
Esta aclaración, que puede ser considerada pequeña, marca la primera pauta para el respeto de las diferencias y el acercamiento a una relación de igualdad. Por un lado, desde la esfera de atención al usuario en el consultorio jurídico deviene la confianza fundada y, desde el ámbito de aplicación del Derecho, la resolución de problemas jurídicos civiles, laborales o de familia, que permite generar empatía, en el entendido de poder interpretar la realidad social desde las necesidades básicas insatisfechas de las personas con discapacidad visual.
Pero antes de pregonar mayor intervención estatal y una mayor cobertura de derechos, es necesario culturizar el entorno social partiendo del respeto de las diferencias y el reconocimiento de realidades distintas que cohabitan en un mismo ambiente, el cual debe ser acondicionado para garantizar una equitativa y efectiva igualdad de oportunidades al apuntar resolver las desigualdades naturales y sociales de los menos favorecidos de la sociedad.
Pero, ¿de qué manera se puede pregonar esta igualdad? Entendiendo que no existen más limitaciones que las que impone la mente, el cambio social parte de un cambio de mentalidad que permita el aprendizaje recíproco a través de la empatía.
Quien haya tenido la oportunidad de asistir al INCI podrá aprender la gran diferencia entre oír (percibir los sonidos) y escuchar (prestar atención a lo que se dice), concebir con admiración el gran sentido de ubicación espacial y la sensibilidad sensorial con la que personas con discapacidad visual disponen para llevar su vida.
Por esto y por todo, el entorno social no puede privarse de la oportunidad de aprender de ellas, de sus habilidades y su gran capacidad de enseñar a percibir el mundo de una manera diferente.
Autor:
Grupo del Consultorio Jurídico Satélite.
Universidad Libre – INCI