Esta es la historia de unos cuadrúpedos que me hicieron volar

Fotografía, Lida Margarita Carriazo con un acompañante y sus perros guía
Numero edicion
Edición Número 78

La tristeza estaba sobre mí. No quería tener contacto con nada ni con nadie. Quedarse sumida en la oscuridad de un día para otro no fue nada fácil. Ahora, cuando recuerdo el día que conocí a esta cuadrúpeda negra, de una cola de movimiento permanente y unas orejas largas, largas, largas … ese día decidí que quería vivir, que sólo por ella era importante hacerlo.

Thema fue mi primer perro lazarillo. Descubrí por una amiga la Fundación para el Perro Guía Vishnú del Cyprés y pensé: esto podría estar bien, tener un perro a mí lado es una buena idea, ya que nunca quise salir con un bastón, no me parecía bueno caminar con un palo, para mí eso era un palo nada más. Luego de ir a la Fundación, conocer a sus miembros y saber cómo funciona, lo pedí y, bueno, fui tan afortunada que me dijeron que sí.

Vino el proceso: acoplarme, entrenar con ella, ir a la Fundación, conocernos, caminar, caminar, caminar… Decidí entregarle mi vida a un cuadrúpedo, fue la mejor decisión que he tomado en mucho tiempo. Luego se llegó el gran día, el de la entrega. Yo, por mi espíritu festivo y muy rumbero, por supuesto que invité a toda mi familia, a todos mis amigos y, bueno, resultó siendo un día bastante carnavalesco.

Algo de decepción me produjo el saber que ese día no iba con ella a casa, que tenía que esperar una semana de acoplamiento. Cuando esto sucedió, ahí sí fue la verdad: Thema llegó a mi vida, a mi casa, a mi mesa, a mi risa y a mi llanto. Y con ella empezamos a vivir nuevamente, empezamos a salir, incluso empecé a viajar, cosa que no tenía contemplada. Tuve trece maravillosos años con mi perra, felices y hermosos.

Pero como todo termina, así también pasó con ella. A los diez años ya era tiempo de jubilarse y tuve que pedir una nueva perra, por supuesto, quedándome con Thema, eso sin dudarlo nunca. Nuevamente la vida me dio una gran sorpresa, un gran regalo, una nueva bendición, un dulce, un caramelo, una felicidad que no es tan fácil de describir: a Raquel. Mi Raquel, mi rubia, mi loca, mi chiste, mi rata de alcantarilla, mi todo, porque Raquel ha seducido todos y cada uno de mis sentimientos.

La recibí en un mes de agosto porque me vine desde el 2013 a vivir a España. Entonces Thema y Raquel se quedaron en mi corazón, Raquel como una perra joven, divertida y muy loca y Thema, la señora de la casa, realmente como doña Thema, porque siempre fue seria, muy puesta en su lugar, muy parecida al otro amor de mi vida, a mi esposo Ángel. Realmente parecían hechos el uno para el otro.
 
Así Raquel conmigo, locas, divertidas, tomadoras de pelo, cansonas, pero muy amorosas. Fueros tres años preciosos donde Raquel y Thema llenaron nuestra casa, nuestro carro, nuestros viajes, nuestra risa, nuestro llanto. Themita murió de una diabetes, fueron dos meses difíciles y lamentablemente tuvimos que dormirla. Ya no veía, no escuchaba bien, sus paticas se resbalaban y se perdía por el camino.

Fue de esas decisiones que es preferible no recordar pero que cuando uno tiene perros tiene que tenerlas claras porque puede volver a suceder. Entonces quedó sola Raquel, dueña, reina y señora de todo: juguetes, colchoneta, chaquetas, abrigos, correas, risas, amores y más.

Han sido dos seres maravillosos. Han sido dos amores indescriptibles. Nunca podré dejar de decirle a don Pedro Jaramillo ¡gracias, gracias, gracias!, como lo hice personalmente. Decirle que él había vuelto a darle a mi vida una razón de ser, que con su trabajo, con su generosidad, a mí me había devuelto las ganas de vivir y de volar.

Mis perras, mis ángeles, mis alas, mis mariposas, mis libélulas, mis dragones alados, ellas han hecho que mi vida vuele. Ellas y Ángel han impulsado a que yo nuevamente tenga ganas de estar aquí, de ser y de reír.

Lida Margarita Carriazo
Usuaria de perro guía

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