El Braille en el contexto escolar

Autor:
Pedro Andrade
Grupo de Asistencia Técnica.
Los niños y niñas con discapacidad visual que han tenido la oportunidad de acceder a la cultura escrita a través del sistema braille desde sus primeros años de vida, al ingresar a la escuela no suelen encontrar mayores dificultades para asimilar los procesos formales sobre el aprendizaje de la lectura y la escritura que desde los escenarios escolares se encamina a todos los niños.
Vale recordar que el sistema braille, por su categoría de sistema alfabético, se adapta perfectamente a los requerimientos de la lengua escrita en cualquier idioma, esto significa que los mismos procedimientos utilizados para la enseñanza de lectura y escritura en tinta a los niños y niñas sin discapacidad visual aplican también para los estudiantes con ceguera y con baja visión irreversible.
Por ello, no es extraño que dentro del aprendizaje del braille también existan etapas preliminares a la escritura que los estudiantes con discapacidad visual deben superar como es el caso del garabateo, la manipulación de objetos y figuras geométricas tridimensionales de distintos tamaños, la identificación de dibujos en alto y bajo relieve, el rasgado de papel, el trabajo de picado sobre la tabla de corcho, la ubicación espacial mediante conceptos como izquierda, derecha, arriba o abajo, entre otros aspectos.
Por el contrario, los niños y niñas con discapacidad visual que no tuvieron la posibilidad de aproximarse a la cultura escrita en sus primeros años de vida, con seguridad encontrarán dificultades que harán más lento su aprendizaje de la lengua escrita, poniéndolos en desventaja frente a sus compañeros sin discapacidad visual, teniendo en cuenta que estos últimos ya traen consigo unos aprendizajes previos, producto de la estimulación que recibieron de su entorno sociocultural.
Es preciso entonces que los niños y niñas con discapacidad visual cuenten con el apoyo incondicional de su familia o sus cuidadores en los años que anteceden el ingreso a la escuela, y sobre todo, propiciando espacios de acercamiento a la lectura y la escritura a través del sistema braille.
Pero también es indispensable que los estudiantes que utilizarán el braille como medio para acceder a la comunicación escrita cuenten con la colaboración permanente de directivos, docentes y compañeros para que el aprendizaje de los procesos formales de la lengua escrita se de en condiciones iguales, propiciando un ambiente de inclusión donde los niños con discapacidad visual no se sientan discriminados ni aislados.
La niña o el niño ciego en la escuela compartirá los espacios de lectura y escritura que propicie el docente regular a través de un maestro itinerante o de apoyo quien colaborará resolviendo inquietudes y corrigiendo posibles errores en la aplicación del sistema y la familia colaborará en las actividades que el maestro haya dejado para resolver en casa.
Así pues, desarrollando un trabajo colaborativo que involucre a todos los miembros de la comunidad educativa, se puede garantizar a los niños, niñas y jóvenes con discapacidad visual, una atención en condiciones de calidad y equidad.