De qué se trata

Mientras el humo del buen cigarro hacia figuras en el aire, la historia fue colonizando mi cerebro, cada rincón de Colombia se vestía de múltiples colores, imágenes de rostros diversos, humanos, cercanos, otros no tanto, pero eso sí, colombianos. Viviendo una historia, su historia, que desde la geografía marcaba la diferencia, silencios distantes.
El rojo del sur a veces más intenso, el verde del oriente parecía más cálido, y como un relámpago al amanecer, el color plateado del pacífico se hacía presente; cuántos rostros, cuántos gestos, tantas humanidades, Colombia repartida, fracturada, tantas luchas, cuántas oportunidades.
Ya era hora, me decían, de que se acuerden de nosotros, pues solo al unir nuestras voces en una sola bandera, formamos una patria.
De nuevo el humo me trae de vuelta, y ese olor a café…vuelvo a coger el hilo de mi conversación interna.
Solo basta mirar la sonrisa de un niño descalzo, sin ninguna pretensión que brindarme su ternura; o la fuerza de esa mujer que por circunstancias de la vida, quedo ciega por el golpe de un compañero que en nombre del amor, la seguiría amando.
Llego al azul celeste del centro, en donde convergen las estrellas, me recibe la generosidad de un anciano que diariamente recorre un pasillo por donde va talando sus huellas, mira una y otra vez a la puerta como si esperara algo, que tal vez nunca llega.
Solo este caminar le podía dar sentido a lo que hacemos, era una deuda hacerlos visibles, para que ellos mismos se reconozcan, y no era una tarea fácil, pero aquí estamos, escribiendo sobre el currículo oculto de una Colombia construida con paradigmas de la contradicción, con un Estado que a veces aparece de espalda o para muchos no existe. Y solo cobran sentido cuando tu estas allá, dándolo todo, construyendo con el otro, desde sus dolores, sus alegrías y sus esperanzas.
Qué difícil es entender la diferencia, cuando se cree uno tan igual, se tejen voces de tierra, de aire, de fuego, de agua, de risas y de llanto.
Por eso para comenzar a escribir sobre el día internacional… de la mujer, del niño, de la discapacidad…, de todo aquel o aquello que requiera ser tenido en cuenta y agendado. Porque no es suficiente el existir.
Un café, y un cigarrillo fueron cómplices de esa remembranza. Un baúl repleto de recuerdos, zapatos embarrados, ojos a la expectativa.
¿Y por qué pensar en declarar un Día Internacional? ¿De dónde surge esto?
“La celebración de los Días Internacionales, plantea la ONU, nos da la oportunidad de sensibilizar al público en general acerca de temas relacionados con cuestiones de interés, tales como los derechos humanos, el desarrollo sostenible o la salud. Pretenden llamar la atención de los medios de comunicación para que señalen a la opinión pública que existe un problema sin resolver. El objetivo es doble: por un lado que los gobiernos tomen medidas, y por otro, que los ciudadanos conozcan mejor la problemática y exijan a sus representantes que actúen”.
¿Será que esa formas inequitativas que permean lo cotidiano de una sociedad con privilegiadas oportunidades, merecen esa atención?
¿Tenemos que inventarnos formas con mejor expresión, para que podamos reconocer que existen otros? ¿No es acaso importante la vida, por la vida misma?
Definitivamente somos diversos, distintos, desiguales, de mil colores. Representamos otra minoría, de la gran minoría.
Hoy podemos sentirnos orgullosos, sentarnos en cualquier banco, conversar sin rótulos y sin prevenciones, porque hemos cumplido con nuestro trabajo. Vamos caminando en la construcción de una sociedad más incluyente, esquiva, desconfiada de lo público, como si lo público no fuera de todos.
Seguiremos elevando nuestras voces para que se acabe la violencia, la discriminación, que no sea necesario declarar un día, sino que sean todos los días en donde se celebre la vida, porque todos somos iguales, desde nuestras diferencias.
La ONU, plantea que además de “sensibilizar”, se deben aprovechar estos “días” para que los Estados generen acciones que atajen o resuelvan los graves problemas que se presentan en todos los sectores. Seguiremos aportando al empoderamiento de las personas con discapacidad visual, para que se garanticen las condiciones para el ejercicio de los derechos…su integración e igualdad, sea mujer, niño, joven, adulto mayor, afro, indígena, gitano, víctima, LGBTI o cualquier otra categoría poblacional.
Hoy se habla de hacer campañas de “sensibilización” pero… ¿por qué mejor no hablamos de campañas de “concienciación”?
Esto facilitaría cumplir con los propósitos de seguir promoviendo los derechos y el bienestar de las personas con discapacidades en todos los ámbitos de la sociedad y el desarrollo; concienciar sobre su situación en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural.
De nuevo exhalo, el humo sale por la ventana.