De la participación ciudadana a la asociatividad en movilización social

Con la movilización social se asegura la transformación de los entornos injustos e inequitativos y así también las sociedades en general, es decir, se visibilizan aspectos puntuales de una problemática social aproximando la posibilidad que tienen las comunidades, sean estos grupos poblacionales o sectores sociales a ser protagonistas del cambio.
Se busca visibilizar e incidir políticamente en las instancias de poder y decisión para cambiar condiciones insatisfactorias por una mejor realidad. Esta es la premisa fundamental de la organización social de las personas con discapacidad visual y baja visión que, así lo expresan en sus procesos participativos y reivindicatorios, como en los estatutos y demás contenidos sociales de sus diversas formas asociativas, particularmente a partir de 1991 en el marco de la entonces nueva Constitución política de Colombia, tomando como base sus artículos 13, 47, 54 y 68.
La carta magna de nuestro país brinda la posibilidad de generar las transformaciones en medio de la legalidad, la legitimidad y la democracia. Entre muchos de los artículos de nuestra Constitución nacional encontramos el 103 que, en su segundo párrafo, determina: “El Estado contribuirá a la organización, promoción y capacitación de las asociaciones profesionales, cívicas, sindicales, comunitarias, juveniles, benéficas o de utilidad común no gubernamentales, sin detrimento de su autonomía, con el objeto de que constituyan mecanismos democráticos de representación en las diferentes instancias de participación, concertación, control y vigilancia de la gestión pública que se establezcan”.
La preocupación central de una democracia auténtica consiste en garantizar que todos los miembros de la sociedad tengan una posibilidad real e igual de participar en las decisiones colectivas. Así, cuando nuestra Constitución establece desde su primer artículo que Colombia es una República democrática y participativa, está asumido el reto y el compromiso de promover la participación ciudadana en todos los espacios de la vida social. Es un hecho que en todas las regiones, con sus particularidades, diversidades y dinámicas, esta participación viene modificando las formas o condiciones de vida de las personas ciegas o con baja visión en cada uno de sus respectivos territorios.
Desde el Distrito Capital, comparto la experiencia testimonial del proceso participativo, que gracias al marco legal y sobre todo al constitucional ya referido, genera un entorno favorable para la participación ciudadana, con un determinante carácter de constituyente primario y surgimiento de instancias y espacios para la formulación de planes, programas y proyectos; correspondientes al espíritu de la gobernanza, la corresponsabilidad y la planeación participativa, con un fuerte componente de la movilización social para la resolución de los conflictos económicos, políticos, culturales y sociales común a todos los grupos poblacionales, sectores sociales y comunidades representativas del constructo Nacional, siendo así también esta realidad para las personas ciegas y con baja visión irreversible.
El liderazgo de las personas con discapacidad visual se manifiesta desde los albores de los primeros espacios participativos formalizados por el acuerdo 16 de 1994 y el Decreto 801 de 1995, en el entonces mal llamado Consejo Distrital para ‘el discapacitado’.
Es así como desde 1998 este servidor, en mi condición de representante de las personas ciegas, acompañado por representativos líderes de nuestra comunidad, nos dimos a la tarea de organizar las bases sociales en las 20 localidades, concertando con los ediles y alcaldes locales la conformación de los 20 Consejos Locales de Discapacidad.
Simultáneamente, gestionamos en el Concejo Distrital de Bogotá la derogatoria del mencionado Acuerdo 16, que negaba nuestro derecho al voto, como colofón de un ignominioso abordaje por demás peyorante y descalificador desde su lamentable denominación para el discapacitado, que por nuestra incidencia se transformó el 9 de septiembre de 1999 con el Acuerdo 22 en el Consejo Distrital para las personas que presentan limitantes de carácter físico, psíquico y sensorial.
Este incluía nuestra conquista del derecho al voto, se limitaba el protagonismo del enfoque médico e igualmente integraba al entonces Departamento Administrativo de Acción Comunal, la Secretaria Distrital de Gobierno y la Secretaria Distrital de Planeación para que desde esa fecha asumieran su misionalidad con la ya reconocida población de personas con discapacidad en Bogotá.
Una de las gestas más resonantes en los ecos de nuestra historia de la discapacidad es la gran movilización social, donde al unísono y respondiendo propositivamente al reto impuesto por la Bogotá sin indiferencia, más de cinco mil personas con discapacidad, cuidadoras y cuidadores nos dimos a la tarea de expresar nuestros requerimientos en torno a las necesidades básicas insatisfechas y los sueños de futuro, formulando nuestras alternativas de solución que fueron recogidas por los equipos técnicos, tanto de las instituciones distritales, como de la misma comunidad cualificada que, en un amplio, democrático y participativo ejercicio de corresponsabilidad, en coordinación con la academia liderada por la Universidad del Rosario, dimos vida a este constructo social generador del insumo colectivo que fuera rubricado por el entonces alcalde mayor Luis Eduardo Garzón, manifiesto con el Decreto 470 del 12 octubre de 2007.
Las personas con discapacidad visual y nuestras organizaciones sociales igualmente venimos avanzando en procesos asociativos, entendiendo que el asociativismo es tanto una facultad social de los individuos como un medio de sumar esfuerzos y compartir ideales a través de la asociación de personas y organizaciones para dar respuestas colectivas a determinadas necesidades o problemas. Así, un intento fue la Federación Colombiana de Organizaciones Tiflológicas, que agrupó 52 organizaciones de las personas ciegas de todo el país.
Ahora más recientemente y retomando experiencias o saldos pedagógicos respaldados por el INCI en cumplimiento de su misionaliad de manera incondicional e indiscriminada, respetando nuestra autonomía e independencia, nos reorganizamos en la Federación Colombiana de Organizaciones de las Personas con Discapacidad Visual - FECODIV , “Con la facultad de liderazgo que poseemos como seres sociales y a la vez selectivos, por lo que por un lado, respondemos a la voluntad de asociarnos y por otro estamos en capacidad de elegir con quienes, por qué y de qué manera, por lo que se puede hablar de una necesidad social de afinidad selectiva.
En síntesis, esta expresión de asociatividad es la voluntad de nuestra comunidad, de unirnos para enfrentar juntos problemas comunes, construir soluciones y satisfacer necesidades para todos.
Nacemos porque buscamos el bienestar común e impulsar proyectos de desarrollo sostenible y sustentable, destacando nuestras cualidades para la asociatividad, promoviendo el trabajo en equipo en una estrategia que nos ayudará en la construcción del tejido social mediante el estímulo del desarrollo colectivo, ya sea a nivel local, regional o nacional.
La dinámica de FECODIV reflejará el progreso personal de los individuos que conforman esta colectividad, mediante las tácticas, estrategias, principios y valores que nuestros directivos, en próximas ocasiones, seguirán compartiendo con ustedes.
Hasta una próxima ocasión, me despido fraternamente.
Autor:
Nelson Julián Villamizar
Coordinador de la comisión de comunicaciones de FECODIV