Crear imágenes con palabras

Indalecio Castellanos, periodista de RCN RADIO
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Edición Número 172

Una definición sobre la radio y sus características, se puede hacer desde la perspectiva estrictamente técnica, de la narrativa, de la estructuración de su programación, de su evolución y de su naturaleza.

Se puede decir que es el medio de comunicación con mayor cobertura, que es versátil, que a través de las ondas electromagnéticas la voz, los sonidos y la música puede viajar a distancias inimaginadas, que se hace magia cuando la palabra puede ser escuchada en receptores y radios y que es el medio más emotivo, cálido  y de mayor conexión con los oyentes.

La evolución tecnológica ha hecho que la radio cambie inevitablemente y se integre con otras plataformas hasta el punto de decir que “la radio no es la radio” y que ahora puede ser posible decir que “nos vemos en la radio”, por la convergencia con la imagen.

Don Juan Gossaín decía que los periodistas de radio estaban “condenados a cabina perpetua”, en los tiempos en los que ese espacio era sagrado e inviolable y los periodistas solo exponían su voz para que cada oyente construyera una imagen a su manera.

La radio ha cambiado su tono y su narrativa y ha dejado de ser para siempre un medio de comunicación construido con los lenguajes de la voz, la música y hasta los silencios, para incluir inevitablemente la imagen.

“Nos vemos en la radio”, fue una frase acuñada en su momento por Vicky Dávila cuando era la directora de los servicios informativos de la FM de RCN Radio.

Y ahora que hemos recalado en la importancia de los insumos fundamentales para construir contenidos para este medio de comunicación, viene a la memoria una definición que le escuché al periodista estadounidense, David Welna durante un taller dictado por la Fundación Nuevo Periodismo en Lima.

“La radio es la televisión de los no videntes”, dijo al explicar una de sus características más poderosas y luego aseguró que lo que se quiere con todo el ritual de lo radiofónico, es “construir imágenes con palabras”.

Y esa es la magia de la radio que es capaz de dibujar un lugar, hacer imaginar, transportar a los oyentes a sitios lejanos y desconocidos, recrear historias que nunca habíamos escuchado.

“Cuando se oyen los sonidos del lugar en el que se está, hay que presentarlos de tal forma, que el oyente imagine dónde están las personas y dónde ocurren los hechos. La idea es, como si fuera televisión.

Pienso en lo que hago como haciendo televisión para los no videntes. Trato de crear imágenes del lugar”, decía Welna para describir el carácter de sus crónicas y reportajes.

Lo sugestivo de este lenguaje es que los sonidos y la música son semejantes a las fotografías en los medios impresos y haciendo una analogía, es necesario decir que deben ser claras, enfocadas precisas, absolutamente claras.

Así como no se vale una fotografía corrida, borrosa, desenfocada, pues va en contravía del concepto de la claridad en la radio una voz defectuosa, entendiendo que el ruido es el principal enemigo de la radiodifusión.

Dice Welna que los sonidos “dan una idea más gráfica del tema tratado y llevan al oyente al lugar de la noticia de una manera que las palabras solas no lo pueden hacer” y reitera que “los sonidos pueden ser del ambiente del lugar, pueden evocar lo que pasó en el momento del hecho”.

“Crear imágenes con palabras”, es una definición poderosa de un medio de comunicación versátil que enseñó durante la pandemia por covid 19 lo que significa como el medio más cercano a la gente, el que enseña, el que acompaña y el que está las 24 horas del día, todo el año, siempre.

En las crónicas y reportajes radiales los fragmentos del sonido de una campana, de los animales en su entorno, del frenesí de los pitos en una ciudad, de las voces de los vendedores de un lugar, el bullicio de los aficionados al ciclismo en una carretera, son como la visión panorámica en una toma para la televisión, tienen el mismo carácter y naturaleza.

En eso de construir una narrativa lo más cercana al lugar que se describe, hay que hacer un ejercicio intenso para descubrir cuál es el sonido que caracteriza ese lugar y a veces ese ritual es mucho más complejo de lo que uno se imagina.

La gente suele decir que el sonido característico de Bogotá es el de los pitos y el sonido de los carros, pero en sentido estricto puede ser que el trancón y el despelote del tránsito suene igual en todas las ciudades del país e incluso del mundo.

Por eso para hablar de Bogotá habría que escoger uno de los sonidos de los parlantes de Transmilenio anunciando la próxima parada o los audios del teleférico que sube a Monserrate y que da la bienvenida a los turistas.

Así mismo la música debe ser escogida con un cuidado especial pues se supone que debe hacer parte de la historia y no es simplemente un aditamento para alivianar  un texto que puede ser pesado.

No necesariamente Boyacá se puede contar con música carranguera, sino que hay que entender que una parte de ese territorio tiene una gran influencia llanera y está música es muy escuchada allí, lo que mismo que la música vallenata que tiene su propio festival en Nobsa y que ha conseguido que varios boyacenses hayan sido coronados como reyes vallenatos en festivales del Cesar y La Guajira.

La radio seguirá siendo por siempre “la televisión de los ciegos”, pese a que por la convergencia de plataformas y lenguajes ahora no solamente se escucha, sino que se ve y se lee.

Ya pronto se cumplirán 127 años desde que se produjo la primera transmisión radial un 14 de mayo de 1897 atribuida a Guillermo Marconi, ha cambiado la tecnología, el mundo, los seres humanos, pero la radio seguirá ocupando un lugar importante en ese ejercicio de saber y entretenerse.

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Indalecio Castellanos - periodista de RCN RADIO

Indalecio Castellanos, periodista de RCN RADIO