Con el bastón se camina, con el perro guía se pasea

Hace veintiún meses paseo por las calles de Colombia en compañía de una hermosa peluda. Kaira llegó para mostrarme por medio de sus cuatro paticas el mundo que me rodea. Después de seis años de espera, el 16 de mayo del 2016 conocí a una negra que en ese momento era un poco indiferente conmigo. Durante ese mes que estuve en la ciudad de Bogotá, descubrí una nueva manera de explorar el entorno que me rodea.
Al pasar de los días fui entendiendo que el amor entre un ser humano y un perro es más fiel y desinteresado que cualquier otro tipo de amor porque ella se convirtió en una parte esencial de mi vida. Con sus expresiones de amor se fue ganando ese lugar que solo ella pudo ganarse desde el primer momento que compartimos juntos.
Kaira no es solo mi perra guía, también es ese pedacito de vida que me llena de alegría, me transmite seguridad, confianza y me ayuda a comprender cada día la vida que comparto con ella y mis seres queridos.
En el tiempo que llevamos juntos hemos compartido un sinfín de aventuras y actividades, desde diferentes paseos hasta momentos de trabajo intenso, como rodajes y largos fines de semana de labores. A pesar de esto, ella se ha mantenido a mi lado sin ninguna queja ni inconveniente; puedo decir que es mi hija, mi amiga, lo más bonito que me ha pasado.
Con ella me siento libre a la hora de caminar, me transmite por medio de su arnés esa confianza de dejarle en sus paticas la responsabilidad de llevarme con bien a cualquier lugar donde vamos.
Espero que esta hermosa peluda me acompañe durante muchos años más y que en cada paso que demos dejemos una huella en la sociedad, para que comprendan la importancia de los perros de asistencia y que las barreras mentales y físicas que existen en este momento sean eliminadas de nuestro contexto.
Por: Alexander Ruiz Morales.
Usuario de perro guía