Cómo la rehabilitación permite que una persona con discapacidad visual (D.V.) esté preparada para asumir el mundo laboral

Personas con discapacidad visual conversando
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Edición Número 55

De acuerdo a la información reportada por el censo de 2005, los registros del Observatorio de Discapacidad y el Registro para la Localización y Caracterización de las Personas con Discapacidad (RLCPD), que está en manos del sistema de salud, en Colombia hay cerca de 700 mil personas con D.V., entre las cuales cerca del 25% son ciegos totales, hombres y mujeres en edades comprendidas entre los 0 y los 60 años. 

Por su parte, el 75 % tiene algún grado de pérdida visual que les impide o dificulta llevar a cabo ciertas actividades cotidianas dentro o fuera de su casa y asumir el reto de buscar trabajo.

Este grupo poblacional tiene una condición visual en la cual ya no hay una alternativa de corrección o mejoramiento visual por los medios convencionales como el uso de lentes (gafas) o tratamientos médicos de cualquier tipo, por lo que se considera que es una condición definitiva. Las causas son diversas y oscilan entre las secuelas de enfermedades que afectan el ojo, el nervio óptico o la corteza cerebral, y las secuelas de lesiones por accidentes de tránsito, accidentes  laborales o lesiones infringidas en hechos violentos, entre otras.

Cuando una persona asume su cotidianidad teniendo una D.V. debe aprender una serie de destrezas que le van a permitir llevar a cabo las actividades diarias como vestirse, hacer aseo, cocinar o salir a la calle de forma independiente. Esto es lo que se conoce como ‘Proceso de rehabilitación’. 

La rehabilitación requiere de un tiempo que varía de una persona a otra para llevar a cabo aprendizajes y entrenamientos en los cuales aprende a usar ciertas técnicas y a valerse de sus otros sentidos (oído y tacto principalmente), de manera que la falta de visión no sea un obstáculo para desenvolverse de forma autónoma y con la menor ayuda posible por parte otros.

Algunas personas con D.V. aprenden a ser autónomos e independientes casi sin la ayuda de servicios profesionales especializados. Otros pueden o deben asistir a centros de rehabilitación o entidades que, a través de un servicio en parte terapéutico y en parte educativo, pueden aprender, por ejemplo, a utilizar el bastón para desplazarse con seguridad en la calle, usar el sistema de lectoescritura Braille o manejar el computador. Esto depende de condiciones particulares como la edad, las condiciones de salud, el lugar donde se vive o los intereses particulares.

La atención psicológica que se brinda durante un proceso de rehabilitación es muy importante para que la persona aprenda a manejar temores y emociones negativas como la depresión, inseguridad y baja autoestima. Las personas aprenden que su situación visual no los hace inferiores a los demás y descubren sus potencialidades para establecer un proyecto de vida que le permita llevar una cotidianidad satisfactoria y productiva, estudiando o trabajando como cualquier persona y sobretodo llevando unas relaciones interpersonales, familiares y sociales satisfactorias y productivas.

La discapacidad visual no tiene que ser sinónimo de dolor, tragedia, frustración y aislamiento. Depende de que las personas que la tienen y su entorno familiar y social puedan crear esas oportunidades positivas para lograr la inclusión educativa y social a la que tenemos derecho  todos los colombianos.

Las personas con D.V. que alcanzan cierto nivel de autonomía personal y adaptación psicológica también se sienten capaces de asumir los retos del mundo laboral y presentan un mejor perfil como aspirantes a un puesto de trabajo. La oferta a la que tienen derecho las personas con discapacidad (poca o mucha) debe ser respondida con altos niveles de capacidad individual, traducida en formación adecuada y competencias que estén el nivel del trabajador promedio. 

El mundo laboral debe cambiar la imagen que se tiene de la persona con discapacidad visual como alguien con bajos niveles de competitividad y de altos riesgos. Los procesos de rehabilitación potencializan las capacidades necesarias para que la persona con D.V. sea realmente competente y competitiva como empleado o empresario independiente.

 

Ignacio Maya
Autor:
Ignacio Maya
Profesional Especializado
Instituto Nacional para Ciegos - INCI