6 puntos con millones de historias por contar

Fotografía persona usando un punzon y una regleta
Numero edicion
Edición Número 130

Escribir para muchos de nosotros es una experiencia maravillosa porque nos permite si estamos tristes o algo nos preocupa, sacarlo en forma de textos y complementarlo como suele hacerse mucho últimamente, con emojis. Es una experiencia asombrosa que nos permite conectarnos con esas emociones y sentimientos que normalmente no dejamos salir pero que teniendo un punzón, un lápiz, un teléfono o un computador dejamos salir en torrentes interminables de palabras que dan forma y consolidan las ideas.

El braille cuenta es esa oportunidad de niños y adultos para imaginar mundos posibles, soñar en grande y plasmar en una historia todo aquello que quisieron hacer y no fue posible, aquellas travesuras que los hicieron sonreír y aquellas que generaron grandes desastres.

Fue para mí como escritora de literatura infantil, la posibilidad de imaginarme y construir historias alrededor de 6 puntos que me han acompañado desde pequeña y con quienes estoy muy agradecida porque gracias a ellos conozco un pedacito de este mundo que es enorme. Fue también el pretexto para ponerme a prueba y hacerme salir de la zona cómoda en la que me encontraba, pensar en los niños ciegos que pudieran leerme, en que emociones podían experimentar cuando mis historias llegaran a ellos.

Naturalmente siempre hay muchas preguntas: ¿será que lo que yo escriba les va a gustar?, ¿será que es un buen material y los niños se van a sentir representados en esas historias que escribo?, ¿será que los sueños y aventuras que imagino los enamoran a ellos tanto como me enamoraron a mi cuando los escribí? Son muchísimas las preguntas y los miedos que cada uno tiene al escribir pero que, a mí, en lo personal, me persiguen más porque, aunque el tema central de las historias es el braille, no siempre escribo sobre culturas que conozco o a las que estoy cercana.

Normalmente se piensa que cuando se escribe para niños, todo comienza con “había una vez…” y concluye con “fueron felices para siempre…” y resulta que no. Hay que pensar en que por error podemos estar poniendo en el imaginario de quien nos lea conceptos equivocados o ideas que lo acompañarán para siempre.

En definitiva, el pensamiento de escribir y poner en un papel nuestras ideas enriquece y asusta a la vez; animarse a escribir y participar en el concurso el braille cuenta es la excusa perfecta para jugar con lo que desde niños nos acompaña y que generalmente solemos esconder; la imaginación. 

Darnos esa oportunidad de soñar en grande, imaginar mundos posibles, ponerle colores bonitos a nuestras historias y poderes sorprendentes a nuestros personajes es nuestro reto más importante y nuestra tarea más grande.
 

Autor
Descripción

Johana Hidrobo

Tema